domingo, 18 de septiembre de 2005


















CIUDAD DE PALMIRA.
Siria

Te descubrí en la noche, erguida,
iluminados tus pilares,
frente a un cielo todo negro,
salvo tú, reclamando
mi atención y mi presencia.

Subducida por el triple
arco que me ofreces,
avanzo en esta noche.
Tus columnas, pedestales,
me abren paso
por la larga avenida
reviviendo el bullicio
de dormidas caravanas.

Mecida en tu murmullo
despierto al nuevo día,
resplandeces más aún
que adornada con estrellas
y te admiro ciudad piedra,
larga, grande, bella,
atrayendo a caminantes de desierto,
anunciando intercambios,
especias y sedas.

Probé tus dulces refinados,
reviví los sacrificios al dios Bel,
lavé el polvo de mis pies
y tu camino.

Aún escucho músicas seductoras,
danzarinas del teatro,
más allá discusiones del senado,
mientras polvorientos camellos
inundan tus horizontes.

Asciendo a tu rojo atardecer
cerrando el oasis
de mi dorado día, acompañada
por el constante murmullo de vida
que hoy refleja mi alma.


"La variedad es el alma del placer" decía Aphra Behn (1640-1689), novelista británica que trabajó de espía.

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