viernes, 11 de enero de 2008



ESPADAS Y ROSAS

Espadas abiertas,
pétalos al aire,
palabras caídas.

Atronaban los motores contenidos
frente al blanco Mosteiro,
tus palabras sonaron como espadas
perforando espacios diluidos por el humo
del cigarro de tus labios resecos.

Espadas del tiempo,
palabras gastadas,
rosas aún florecidas.

Mis labios se deleitan por el rojo, dulce, intenso
paladar de un vintage de 10 años,
las espadas y tus palabras se cruzan
diluyendo encuentros, desencuentros.
Tu luz indirecta me llega y no la escucho,
mi sangre fluye libre caminando
en sentido inverso a tus palabras.

Espadas de hielo,
palabras cortantes,
sangre de rosa vacía.

Tu palabra rasgó el espacio vacío,
desplomó los pétalos ardientes
que había cultivado con esmero.
Con espadas habías defendido un sueño.
Con espadas habías destruido un sueño.

Espadas rojas,
palabras al aire,
pétalos caídos.

Un pétalo rodó por tu mejilla
taladrando el ensueño.
A lo lejos el arco suspendido de la Ponte
observaba impasible.
Aquel campo de rosas crecido a tu lado
se apagó marchitando los deseos.

Sin espadas
crecen libres
palabras y rosas.

Las espadas, espigas de silencio,
en campos bravíos cultivadas
con lágrimas de sangre
germinaron una rosa,
sus pétalos se abren libres
después de tanto desencuentro.

3 comentarios:

  1. Hola, querida amiga. Paso sólo un momento a decirte que estoy celebrando la entrada número 100 de mi blog con unos veros dedicados a todos mis lectores. Un beso y mi cariño,
    V.

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  2. Nunca me fueron mucho ni las espadas ni los rifles, pero hay que reconocer que las espadas como palabras, o viceversa, son otra cosa: rojo, hielo, filo, sueño...
    Ojalá nunca hubiera otras espadas sino esas:
    pétalos libres abiertos tras tanto desencuentro.

    Muy bello.

    Besos

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  3. si yo tuviera que definir a un escritor, lo definiría como un HIPNOTIZADOR GRAFICO; en efecto, poco a poco el encanto de las palabras dse apoderan de nosotros como del cerebro de un licor fino, vamos sin darnos cuenta, deponiendo nuestras defensas racionales y no nos damos cuaenta de quedar atrapados. Príncipe Nelson.

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